Subject: [nettime-lat] [ATTAC] INFORMATIVO 107 - BATMAN Y TOBIN
Resent-Date: Tue, 2 Oct 2001 21:11:17 +0200
Resent-From: attac-informativo@attac.org
Date: Tue, 2 Oct 2001 20:47:09 +0200
From: "El Grano de Arena (Correo Informativo)" <informativo@attac.org>

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El adversario
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Ignacio Ramonet

Era el 11 de septiembre.  Desviados de su misión ordinaria por pilotos decididos a todo, los aviones se dirigen hacia el corazón de la gran ciudad, resueltos a abatir los símbolos de un sistema político detestado.  Muy rápido: las explosiones, las fachadas que estallan en pedazos, los derrumbes en medio de un estruendo infernal, los sobrevivientes aterrados huyendo cubiertos de escombros.  Y los medios que transmiten la tragedia en directo...

¿Nueva York 2001?  No, Santiago de Chile, 11 de septiembre de 1973. Con la complicidad de los Estados Unidos, golpe de estado del general Pinochet contra el socialista Salvador Allende, y bombardeo del palacio presidencial por las fuerzas aéreas.  Decenas de muertos y el comienzo de un régimen de terror que duraría quince años...

Más allá de la legítima compasión hacia las inocentes víctimas de los atentados de Nueva York, ¿cómo no convenir que los Estados Unidos no son - no más que ningún otro - un país inocente?  ¿No han participado de acciones políticas violentas, ilegales y a veces clandestinas en América Latina, en África, en Medio Oriente, en Asia...?  Cuya consecuencia es una trágica cohorte de muertos, de "desaparecidos", de torturados, de prisioneros, de exiliados...

La actitud de los dirigentes y de los medios occidentales, su apuesta proamericana, no deben ocultarnos la cruel realidad.  A lo largo y ancho del mundo, y en particular en los países del Sur, el sentimiento más frecuentemente expresado por la opinión pública ante estos condenables atentados ha sido: "¡Lo que les pasa es muy triste, pero se lo buscaron!"

Para comprender tal reacción, quizá no sea inútil recordar que, durante la "guerra fría" (1948-1989), los Estados Unidos se involucraron en una "cruzada" contra el comunismo.  Que por momentos tomó formas de guerra de exterminio: miles de comunistas asesinados en Irán, doscientos mil opositores de izquierda suprimidos en Guatemala, cerca de un millón de comunistas exterminados en Indonesia...  Las páginas más atroces del Libro negro del imperialismo norteamericano fueron escritas a lo largo de esos años, marcados también por los horrores de la guerra de Vietnam (1962-1975).

Ya entonces se trataba de "el Bien contra el Mal".  Pero en aquella época, según Washington, apoyar a los terroristas no era necesariamente inmoral.  A través de la CIA, los Estados Unidos preconizaron los atentados en lugares públicos, los desvíos de aviones, los sabotajes y los asesinatos.  En Cuba, contra el régimen de Fidel Castro, en Nicaragua contra los sandinistas o en Afganistán contra los soviéticos.

Es allí, en Afganistán, con el apoyo de dos Estados muy poco democráticos, Arabia Saudita y Paquistán, que Washington impulsó, en los años 1970, la creación de brigadas islamistas reclutadas en el mundo árabe-musulmán y compuestas de lo que los medios llamaron los "freedom fighters", ¡los combatientes por la libertad!  Es en esas circunstancias, lo sabemos, que la CIA contrató al ahora célebre Osama Bin Laden.

Desde 1991, los Estados Unidos se instalaron en una posición de hiperpotencia única y marginaron, de hecho, a las Naciones Unidas. Habían prometido instaurar un "nuevo orden internacional" más justo. En nombre del cual condujeron una guerra contra Irak.  Pero, en cambio, permanecieron escandalosamente parciales a favor de Israel, en detrimento de los derechos de los palestinos.  Además, a pesar de las protestas internacionales, mantuvieron un implacable embargo contra Irak, que no afecta al régimen y mata a miles de inocentes.  Todo esto ha ulcerado las opiniones del mundo árabe-musulmán y facilitado la creación de un terreno donde se fortaleció un islamismo radicalmente antiamericano.

Como el Dr. Frankenstein, los Estados Unidos ven ahora a su antigua creación -Osama Bin Laden- levantarse contra ellos, con una violencia demencial.  ¡Y se preparan para combatirlo apoyándose en dos Estados -Arabia Saudita y Paquistán-  que, desde hace treinta años, han contribuido como nadie a expandir a través del mundo las redes islamistas radicales con métodos necesariamente terroristas!

Viejos ladinos de la guerra fría, los hombres que rodean al presidente George W. Bush no están seguramente tristes por el cariz que toman las cosas.  Quizá incluso piensen que se trata de una bendición.  Porque, milagrosamente, los atentados del 11 de septiembre les restituyen un aspecto estratégico mayor del que el colapso de la Unión Soviética les había privado durante diez años: un adversario.  ¡Por fin!  Bajo el nombre de "terrorismo", este adversario designado, todos lo habrán comprendido, es de ahora en más el islamismo radical.  Todos los excesos temidos pueden ahora producirse.  Incluyendo una versión moderna del macartismo que tendría por objetivo a los adversarios de la mundialización.  ¿Les gustó el anticomunismo?  ¡Adorarán el anti-islamismo!

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EL GRANO DE ARENA
Correo de información ATTAC n°107
Miercoles, 03/10/2001
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